Princesa sin corona (Parte 1)
- Switch Guate
- 21 feb 2020
- 3 Min. de lectura

Que grato saludarte de nuevo muchas bendiciones, en esta ocasión haré un paréntesis de los blogs anteriores, hablaremos acerca de la creación más bella de Dios, y su verdadero valor como Hija de Dios, así que acompáñame. En un momento de mí relación con Marcelina, tome una actitud destructiva, menospreciante, desmotivante, desvalorizante y todo lo malo que se pueda ocurrir. Yo, tenía el hábito de combinar la primera letra de su nombre y cambiar la "H" de la palabra "hermosa" para referirme a ella, en este caso sería algo parecida a "Mermosa". Solía llamarle como princesa y el alias que tan amorosamente le había creado(princesa Mermosa) y esto era porqué ella eso era para mí, una princesa de una valor sin igual, una mujer que era un regalo de Dios para mí vida. A quien regalaba detalles(flores, dulces, prendas, adornos, cartas, dibujos, etc, etc…) Sin importar fecha, no esperaba el "mesiversario", cumpleaños, día del cariño, día que la vi por primera vez, día de nuestro primer beso, en fin. Ella era la razón por la que los días eran especiales, no el día hacia especial su persona, por lo que cualquier comento era bueno para demostrarle lo que significaba para mí, era una princesa a la que le hacía falta la corona pero en mi corazón la tenía. Era una persona que solo con verla alegraba mis días, y por mal que estuviera todo, era siempre feliz a su lado, a pesar de lo amigable, la sonrisa magnética, seguridad en ella misma que describi en el primer blog, cuando la conocí mejor note que en ella había mucha ausencia de amor, pues cuando abría su corazón conmigo siempre era para contar una situación que le causaba dolor, no sé aún si era porqué era muy frágil, tenía emociones intensas o realmente solo había conocido personas que la habían lastimado. Al principio cada vez que abría su corazón para contar una situación así, me prometía a mí mismo a no causar nuca ese sentimiento en ella, lo que muchas veces me metió en problemas graves, cómo intentarle agradar en todo, y ser incapaz de decir "No" ante una petición que tuviera por más discimulada que fuera, hasta acá todo bien, pero después algún tiempo de esta situación inició a ser fatigante, y no me daba interés alguno escuchar a Marcelina hablándome nuevamente que se sentía mal, después de escucharla por un tiempo muy prolongado. De pronto la "princesa Mermosa" era fatigante, difícil de entender, tediosa, y quién sabe que más. Pero lo que realmente pasaba que me había acostumbrado a que sin importar lo mal que tratará a Marcelina ella seguiría a mi lado, y cuando quisiera tener algún encuentro íntimo con ella pasaría, ahora ya no era una princesa que le hacía falta su corona, sino una mujer como cualquier otra con problemas de atención, y una persona que la desconocía (yo) y no sabía todo lo que ella significaba realmente. Los malos tratos hacia ella se hicieron cada vez más constantes, pues a pesar de ser una persona pacífica, que no solo "conocía" a Dios sino que decía "seguirle", estaba cansado de la manera tan inestable de llevar la relación con ella, pues tenía la capacidad de verme al lado de ella toda una vida. Más se me hacía difícil verla a mí lado una semana en el futuro. Todo por las constantes peleas verbales que sosteniamos. A pesar del "amor" que tenía por ella, se me hacía difícil darle el valor que Dios había dado a través del sacrificó de Jesucristo, y sólo empeoraba mi trato a su persona, destruyendo no solo su corazón, su moral, sueños, sino todo lo que pudiera, me encontraba en una guerra que batalla por batalla ganaba, aquel que hiciera más daño al otro y era una bomba de destrucción por donde quiera que pasara. Marcelina para mí había perdido el valor real, el valor de Dios, y ahora era solo como un objeto. Me encontraba muy lejos y perdido del amor genuino y ni siguiera yo lo sabía. En 1ra de Corintios 13:4-8, Pablo nos da una de las mejores listas acerca del verdadero amor, de la siguiente manera: El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor nunca deja de ser… No seas una "princesa" con "p" minúscula de alguilen que solo dice que te ama (solo trata de sobre pasarse contigo y quiere robarte tu pureza), cuando eres la "Princesa" de Dios con "P" mayúscula, que lo vales todo para Él (el sacrificio de Cristo por ti).
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